Como al desgaire tomé a Hamlet del
librero y lo releí en español en esos ratos perdidos en el bus
(ahora lo haré en inglés).
Y han venido a mí varias imágenes
shakespeareanas, la primera me sobrecoge: Lady MacBeth tratando de
limpiarse las manos de una mancha de sangre que sólo ella ve.
Y la segunda otra mujer adulta, la
reina Gertrude en el entierro de Ophelia, arroja flores a la
sepultura y exclama “¡con la flor las flores! De mi Hamlet pensé
que esposa fueras, y tu lecho nupcial, preciosa virgen. Ansiaba
decorar, no tu sepulcro”.
Y Ofelia Lazo, ¿hizo alguna vez de
Ophelia? Tengo ese recuerdo vago que Internet no me ha ayudado a
confirmar ni a rebatir.
O el aterrado rey Claudius, viendo a
Gertrude beber el veneno que él tenía preparado para Hamlet, pero
no pudiendo detenerla sin delatarse.
Hay más de Hamlet, pero queda para
otro post (recuerdo haber prometido e incumplido eso).
Tengo ahora frente a mí al rey Lear,
un anciano expulsado a morir en el páramo inundado, acompañado por
su bufón que es en realidad alguien más.
Luego Juliet despertando gozosa,
esperando ver a su amado pero encontrándolo ya muerto a su lado.
Y un salto al cine, a “La sociedad de
los poetas muertos”, el protagonista anunciando que hará de Puck
en “A Midsummer Night's Dream”. Alguien le responde “mother
pucker” y todo es risa pero al final, shakespeareanamente, el
muchacho se suicida y aunque es el único muerto todo termina mal.
Y MacBeth asesinando al rey Duncan para
tomar el trono. Una profecía autocumplida, se diría ahora.
Y mi propia noche que me envuelve.
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